Los Papas concedían importantes beneficios espirituales y temporales a los combatientes cristianos. Esto despertó un gran fervor por toda Europa, por lo que tanto grandes señores como siervos acudieron al llamamiento. Los caballeros aspiraban con combatir para salvar su alma y ganar algún principado, los menestrales con hacer fortuna en el Oriente (país de riquezas) y los siervos deseaban adquirir tierras y libertad
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